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LOS POBRECITOS
El pasado día 27 de mayo, y en un marco incomparable: LA CASA DE CANTABRIA, tuvimos la última representación de “Los Pobrecitos”, éxito artístico y de público. Fue para nosotros muy emotivo poder representar por última vez nuestra obra, en este centro, el recuerdo de Enrique, cántabro impenitente, estuvo en todo momento presente, en la evocación que de él hizo nuestro director al inicio de la representación y en cada frase que pronunciábamos sin titubeo alguno, pues sabíamos, que Enrique, en lo alto, estaba con nosotros y era nuestro apuntador si lo precisábamos.
Marcó esta obra, un antes y un después en nuestro hacer teatral; siempre habíamos hecho teatro cómico, cosas no demasiado largas y enfocadas mas hacia el público que teníamos en residencias de la tercera, juguetes cómicos fundamentalmente con una duración máxima de 45 – 50 minutos.
Con “los pobrecitos”, hemos dado un paso adelante, con obras mas serias y de mas duración, enfocadas a centros culturales y programamos además, otra obra, mas adecuada en temática y duración, a Residencias de la tercera edad.
Se nota el paso del tiempo y la veteranía, el grupo se va consolidando y adquiriendo mayor coordinación, soltura y capacidad de improvisación, y pienso que nuestro “Teatrillo de Chamartín” va afrontar, con soltura y calidad, los próximos retos que nos propongamos.
Adiós por fin a “LOS POBRECITOS”; como decíamos en la función, se acabó, se acabaron los indeseables, se acabó el sufrir de los personajes, se acabaron sus agobios económicos, sus angustias y sus penas, pero nosotros, los actores, también sufríamos, con el estudio del texto ( la mente ya está mas perezosa), con los ensayos que hay que compaginar con nuestras actividades, pero sobre todo, disfrutamos con esta nuestra afición, con las incontables anécdotas de los ensayos y con las sonrisas que lográbamos arrancar a nuestro querido público y que pagaba con creces, todo el esfuerzo realizado.
Y para quitarnos el hambre que pasamos en “Los pobrecitos” terminamos con una agradable cena en un restaurante cercano, muy acogedor, que nos sirvieron estupendamente, eso si, echamos de menos el “tomate”, y a mí me dan ganas exclamar aquello de:
Nunca fuesen titiriteros
en viandas tan bien servidos
como fuimos los del “teatrillo”
cuando a “Cantabria” vinimos
Acabada una etapa, empieza otra. Esperemos que de nuevos triunfos y satisfacciones.