martes, 29 de abril de 2014

SIN COMENTARIOS

¿Se puede decir tanto en tan poco espacio?


OTRAS SENSACIONES

 

Al igual que los comediantes de la Edad Media, otra vez nuestro grupo de teatro llegó con su furgón cargado con los trastos de decorado y atrezo y, al igual que aquellos cómicos –que por cierto, no podían ser enterrados en sagrado– nos pusimos a la tarea de vestir el espacio dónde iban a desenvolverse nuestros personajes. Una vez más,acertamos a dejar al frío y negro escenario transformado en un acogedor saloncito.
 Pero esta era la última. Las peripecias de La vida privada de mamá terminarían
definitivamente cuando el telón se cerrara, entre los aplausos generosos de un
público, por cierto, desconocido totalmente para nosotros.
 Al terminar la representación y una vez vaciado el local, de nuevo tuvimos que despojarnos de los atributos que nos transformaban en personajes, vestirnos de nosotros mismos y desmontar el tinglado, para dejar vacío, negro y frío, el escenario dónde se habían desarrollado las vidas y sentimientos de unos personajes que habían podido vivir, amar u odiar, a través de nuestras propias existencias.
 Al marcharnos, no pude menos que pararme a mirar durante unos instantes el frío agujero en que volvió a quedar reducido aquel escenario, ahora desnudo. Y me pareció ver como se desvanecían, esta vez definitivamente, unos seres que no  volverían a ser. Por mucho que otros cómicos les dieran vida de nuevo: no serían nunca los mismos, no serían los nuestros. Algo se me encogió en el pecho.
Llegué a mi casa y vi. sobre la mesa de mi despacho, el libreto de otra obra de teatro,lista para ser interpretada. Entonces me sentí como deslizándome por una superficie de Möbius: allí dónde se termina, es exactamente el punto en dónde se vuelve a empezar. Aquellos personajes que me pareció ver que se evaporaban en el escenario,se condensarían de nuevo, transformados en otros a los que otra vez daríamos vida y de nuevo llenarían unos escenarios que volveríamos a montar y desmontar … Como auténticos cómicos. Como lo que pretendemos ser.
 
Otra vez me volvería a encontrar con los compañeros con los que, durante un año, me reuní para la divertida misión de dar vida a aquellos seres míticos. Con personas con las que tan bien me lo pasé, ensayando la mejor manera de ser auténticos “otros”. En fin, no tenía ninguna razón para sentirme triste: todo volvería a empezar de nuevo
.
Gracias, amigos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario