Para terminar el año y desear lo mejor para el 2019 a todos nuestros compañeros del Teatrillo así como a los miles de seguidores tanto digitales como personales en nuestras aclamadas actuaciones, publicamos una colaboración de una insigne actriz, amiga y COMPAÑERA (de fatigas.):
Nati,
que una vez fue una “doncella en busca de autor”, ahora es “una doncella en
busca de público”, a la que tendré el placer de dar vida en el escenario el año
próximo.
Nati está molesta ya que el autor ha sido poco generoso con ella y
durante el tiempo que está en escena no la deja expresar sus sentimientos más
íntimos.
Esta es una forma de compensar a Nati, que bastante ha sufrido en
su vida.
NATI, CAMINO DE BENIDORM
Nati dormita en el asiento del tren que la lleva camino de Benidorm.
¿Cuánto falta?... Echa una mirada rápida
a la estación donde se ha detenido el tren y vuelve a dejarse llevar por la
dulce duermevela que siempre le produce el vaivén del tren y que ahora le trae
recuerdos de su niñez.
Campanillo de Ranas´….
¿porque le viene este nombre a la cabeza? Podía haberse llamado Campanillo del
Duque o por lo menos Campanillo del Río, pero…. ¡ Campanillo de Ranas! Un día
vio en la tele un programa sobre su pueblo, ¡no podía dar crédito! Hablaban de
la “arquitectura negra”, y hasta le pareció ver la casa donde nació y se crió,
cerrada a cal y canto, la casa triste y fría en la que vio morir a su madre, la
casa que abandonó con catorce años y a la que juró nunca más volver.
¡Catorce años, quien
los tuviera!... Si, pero catorce años, con la experiencia que a tan alto precio
ha ido comprando durante tantos años y tantos golpes, como ha ido recibiendo a
lo largo de su vida. No quiere recordar, el pasado le hace daño y da un
manotazo como si quisiera hacer desaparecer los recuerdos, mientras se mueve
inquieta en su asiento.
Abre los ojos al tiempo que el tren sale de la estación y suavemente
empieza a coger su velocidad de crucero. La imaginación de Nati se dispara y
piensa en el hotel que la espera a la orilla del mar y oye la dulce cantinela: ¡Si
señora! ¡No señora! ¿Qué quiere la señora? ¡A las ordenes de la señora!
Todos los años, durante un mes, Nati deja que las mañanas se
deslicen tranquilas mientras siente el
beso del sol en la playa y cuando la oscuridad se hace dueña de la mar y el
puerto replica las miles de luces que brillan en las callejuelas que trepan montaña
arriba, Nati se siente plenamente feliz y respira a pleno pulmón la brisa
que acaricia su piel.
Cada año Nati vive el sueño renovado una y mil veces, en los once
largos mes de trabajo. Nati no se queja
de su suerte, nunca pensó aquella oscura mañana cuando, una niña triste,
asustada y casi analfabeta subió a un desvencijado autobús y abandonó para
siempre el pueblo que la vio nacer, que llegaría a ser “doncella en una casa de
postín”.
Recuerda la pensión en la que estuvo “sirviendo” cuando llegó
a la capital, todavía siente en su nariz el olor acre que todo lo invadía, en
sus manos los sabañones y en su cuerpo el cansancio sin fin del trabajo
agotador. Luego su paso por las muchas y variadas casas en la que estuvo de
“chica para todo”, trabajando de la mañana a la noche, con niños o viejos, con
señoras de quiero y no puedo o con mujeres agobiadas por la vida, en casas
donde el trabajo nunca terminaba.
A Nati no le asusta el trabajo y siempre tuvo los ojos y oídos
bien abiertos sorbiendo como una esponja el mundo que la rodea. En el kiosco de
la esquina descubrió a Corín Tellado, y primero con dificultad y luego de corrido,
fue devorando aquellas novelas que la trasportaban a un mundo feliz donde podía
dejar volar su fantasía, aquella fue su escuela en la capital, allí aprendió a
leer a hablar y a expresarse.
Y por fin el golpe de suerte, una tarde cuando iba a comprar
la última novela, el kiosquero le habló de una “casa” donde necesitaban “una doncella”.
No dudó ni un momento, se presentó, consiguió el trabajo, y poco a poco se hizo
la imprescindible hasta conseguir el puesto que ahora ocupa, junto con la cocinera
y la asistenta, que hacen el trabajo más duro.
Muchos viajes, en tren, en barco, en avión con la Señora. ¡Si
Señora! ¡No Señora! ¿Qué quiere la Señora? ¡A las ordenes de la Señora! Ahora Nati se siente segura, porque aunque ella no lo
sepa, se ha “graduado” e incluso conseguido un “doctorado cum lauden en la
Universidad de la Vida”. Aunque en lo más profundo de su alma se esconde aquella
niñita insegura, que necesita cada año un tratamiento de “sol, playa y dignidad”.
Nati, inmersa en sus pensamientos, no se da cuenta de que el
tren va perdiendo velocidad, los pasajeros empiezan a ponerse en pie y a bajar
las maletas. El tren está haciendo su entrada en la estación, Nati estira y
arregla su falda, baja su maleta, mira por la ventanilla, suelta un largo
suspiro y la niña que vive en su interior se prepara a disfrutar de sus bien
ganadas vacaciones. ¡Si señora! ¡No señora! ¿Qué quiere la señora? ¡A las
ordenes de la señora!
NATI/SOL