En esta obra el
autor se enfrenta con un tema de larga tradición en la literatura occidental,
el tema del doble, del que los gemelos no son sino una variante. En el
territorio de la comedia, desde el Anfitrión de Plauto, argumento al que vuelve
Molière en su obra homónima, hasta La comedia de los errores, de
Shakespeare, o Los dos gemelos venecianos, de
Goldoni, han sido muchos los textos que han jugado con los equívocos a los que
tan bien se presta este motivo.
No obstante, pesan más,
como se dijo, los componentes de la comedia de enredo sobre otros cualesquiera,
tal como señaló el conocido crítico Alfredo Marqueríe:
Ruiz Iriarte, al idear el
asunto de su farsa, ha podido seguir muchos caminos, uno de ellos, por ejemplo,
el que Ana Bonacci emprendió con La hora de la fantasía,
poniendo en choque y contraste las vidas de dos mujeres –una austera y la otra
frívola– que se definen por los ambientes en que se desenvuelven. Pero el autor
de esta historieta escénica ha preferido limitar su ambición a un pasatiempo
intrascendente, aunque –justo es reconocerlo– francamente divertido. (ABC 19 nov. 1955)
Pues eso. Suerte.
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