lunes, 9 de mayo de 2016

COLABORACIÓN

 Y que alguien más se anime.

VOLVEREMOS EL AÑO QUE VIENE


El Teatrillo de Chamartín está ya en sus últimas representaciones. Un año más, nos planteamos qué obra vamos a preparar para la próxima temporada.

Hablando con nuestro querido director al respecto, mi conversación con Ignacio me ha traído a la memoria una acepción –la cuarta– de la Real Academia  de la Lengua Española a la palabra AUTOR: Hela aquí:

Hasta fines del siglo XVIII, persona encargada de la dirección, y gestión de una compañía teatral, y que, en ocasiones, adaptaba la obra incluso  la escribía y actuaba en la representación.

En el siglo XVI, en el que la poesía y el teatro eran casi exclusivos de la creación literaria de prestigio, el teatro en particular era una de las distracciones preferidas tanto por el pueblo como por las clases más elevadas. Y no sólo en Espala, sino en toda Europa. No olvidemos que a la vez que en nuestro país se producía el que se llamó el Siglo de Oro de las Letras, en Inglaterra triunfaba Shakespeare como Autor –escritor, actor y propietario de sus teatros– de obras inmortales del teatro universal. Pues bien, el Autor de Título, como así se les denominaba a los propietarios de una compañía teatral, tenía por lo general, una plantilla fija de cómicos (hombres y mujeres) a la que debía ajustar las diferentes obras teatrales a las posibilidades de representación que esa plantilla le proporcionaba –obras que, o bien le eran presentadas, o él mismo escribía, como fue el caso de Shakespeare, por ejemplo–. Por esta razón algunas obras maestras de teatro han llegado a nuestros días con diferencias en los libretos.

Es evidente que desde el siglo XIX hasta nuestros días, esa definición de la palabra Autor ha cambiado. El teatro moderno considera esta palabra de forma bien diferente.

Pero, ¡atención: en nuestro Teatrillo de Chamartín, no sólo preparamos nuestro atrezo, no sólo lo transportamos de un lugar a otro, lo montamos y desmontamos, como auténticos comediantes de siglos pasados, sino que además “ajustamos” las obras que representamos a la plantilla de actores disponible, en número, edad y sexo. Toda una obra de arte de “encaje de bolillos. Es decir, seguimos la tradición de los grandes Autores de los siglos de oro del teatro. Somos Autores y con mayúscula

Y me siento orgulloso de ello.

Y además, me lo paso la mar de bien.


Ruperto M. Palazóm

Madrid, Mayo de 2016  

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